
Estoy re-aprendiendo a bordar.
En mi niñez, aprendí a bordar el cañamazo en el colegio de monjas. Manualidades era mi materia menos preferida. Lo mío era la informática y las matemáticas.
Para mí en ese entonces bordar y otras manualidades eran parte de ese mundo represivo donde las mujeres no podían hacer los mismos trabajos que los hombres. Entonces me aferré a los sistemas, como expresión feminista y rebelión contra la patriarcado.
Pero ahora entiendo que la represión estaba en la sociedad, no en las manualidades.
Con las manualidades, nuestras abuelas crearon arte, desarrollaron maestría y construyeron una identidad cultural.
Ahora en mi madurez, quiero reconectar con el arte de mis abuelas.